En muchas ocasiones se puede ver como los niños, desde pequeños, van eligiendo por interés propio o por imitación de sus padres las profesiones a las que se dedicarán de mayores. Si no hagan la prueba: todos podemos volver la vista atrás y acordarnos de todos los trabajos que quisimos ocupar a esta edad y comprobar que, alguno de ellos, es el que estamos desempeñando en la actualidad. Este es el caso de Julio Calzado Muñiz, que desde la temprana edad de 5 añitos ya estaba unido al mundo de la hostelería, edad a la que se trasladó con sus padres desde Avilés hasta León para que éstos pudiesen trabajar en el bar de sus tíos. No mucho más tarde, a los 15 años, empezó a trabajar en una cafetería-restaurante que abrieron sus progenitores, un trabajo que Julio compaginó con diferentes cursos para seguir conociendo más sobre enología, cocina y coctelería. Esta última rama “siempre me había llamado la atención, pero en aquellos años todavía no estaba tan extendida” afirma Julio.
Durante años, Julio siguió trabajando en el negocio próspero de sus padres, pero cuando cumplió los treinta supo que quería algo más y fue cuando empezó a interesarse al cien por cien por la coctelería. Así fue como tras realizar un curso en Paradores, fue a trabajar al Parador de Alcalá de Henares, y en tan sólo unos meses consiguió ser el responsable de su cafetería.
Tras año y medio de estar alejado de su tierra, Julio intentó volver conservando su puesto en esta cadena siendo trasladado al Parador de León, pero como no fue posible decidió pese a ello mudarse de nuevo.
Al final, lo que parecía un futuro incierto acabó convirtiéndose en su gran oportunidad. Allí, en su lugar habitual de residencia, un amigo suyo había abierto un bar de copas “que no terminaba de arrancar”, y fue entonces cuando Julio le sugirió que introdujese la coctelería e hiciese una carta de cócteles. De esta manera el bar se hizo un nombre y Julio pudo practicar y estudiar durante los siguientes años técnicas que terminaron completando su formación coctelera.

 

 

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