Cada botella es una celebración de la identidad mexicana. Su sabor distintivo, su auténtica historia y su dedicación a la excelencia han llevado a la marca a ser reconocida internacionalmente, ganando premios y el corazón de los amantes del tequila en todo el mundo
La historia del tequila Corralejo se debe contar en una doble vertiente de distinción y siempre en una dirección: la búsqueda de la excelencia en su interior y exterior. Hablamos de un producto de gran calidad, genuino y artesanal, que da a degustar la esencia de México, y que decidió presentarse al mundo con un traje que resaltase esa identidad de la tierra de Guanajuato. Lugar de origen de Corralejo.
Todo comenzó con la fundación de la Hacienda homónima, Corralejo, en el año 1700 en la ciudad mexicana de Pénjamo, Guanajuato; población que también vio nacer al conocido Don Miguel Hidalgo y Costilla, artífice del proceso de inicio de la Guerra de la Independencia de México.
Fue en el año 1755 cuando la Hacienda Corralejo se convirtió en la primera hacienda del país en producir tequila como empresa comercial. De hecho, es una de las pocas empresas tequileras a las que se le concedió el derecho a producir tequila en una provincia distinta de Jalisco. Hoy en día, en Guanajuato se cultiva el 15 % del agave que se utiliza en la industria del tequila.
La tradición en la elaboración del tequila Corralejo perdura en el tiempo, los métodos de destilación son los mismos de antaño, aunque, con el pasar del tiempo y el ‘expertisse’ de la Hacienda, éstos se han refinado y desarrollado por la comunidad local siempre en aras de mantener y potenciar esa tradición de hábil artesanía que solo la pueden alcanzar maestros artesanos del tequila.
Corralejo es un tequila Súper Premium elaborado con 100 % Agave Azul Tequiliana Weber cosechado a mano. Auténtico tequila mexicano, que expresa la historia de su ‘terroir’ a través de las artesanales cualidades de sus botellas. El objetivo de la Hacienda Corralejo era encontrar algo diferente e inédito que revolucionase el mercado. De este deseo surgió el sueño de construir una fábrica de vidrio que uniera las necesidades de la marca de forma innovadora y creativa. Dicho y hecho. Se empezaron a elaborar botellas creativas que guardan la sabiduría mexicana en una perfecta fusión.