Nos gusta el lujo -¿a quién no?-, pero nos gusta que éste se empaquete en pequeñas dosis, en unas dimensiones a escala humana, y a ser posible aderezado con unas gotitas de cultura y finura. Y es que no nos cansamos de decir que el lujo, el de los hoteles, está en los detalles, en ofrecer puntualmente la prensa cada mañana o en una simple sonrisa regalada al otro lado del mostrador. Desde hace ya varias temporadas, Barcelona cuenta con un nuevo ejemplo de esta versión del lujo hotelero: se llama Hotel DO Plaça Reial. Si no han oído hablar más de él no es por su ausencia de calidad y prestigio, sino por su discreción. Pero poco a poco crecerá en nombre, seguro, que no en tamaño. Lo garantizamos porque, entre otras cosas, sabemos que el factor humano es decisivo en estas lides y que en un hotel pequeño como éste, que no llega a la veintena de habitaciones, tener una plantilla de unos 60 trabajadores dice mucho de lo poco o nada que se escatima en lo personal. No es extraño ver en sus redes sociales fotos con cara y ojos, y sonrisa sincera, de cualquiera de sus empleados, a modo de presentación. No es una pose, es creer en lo que se hace. Parece que esta es una de las pocas maneras de hacer sostenible al sector del lujo, hacerlo cercano sin caer en la informalidad, hacer que el huésped note la proximidad de los que lo acogen y se entregue a las delicias de un trato personalizado. Pero todo esto empieza ya a fructificar para el DO Plaça Reial que ha llegado a ser elegido entre los 25 Mejores Pequeños Hoteles de España en los premios Travellers’ Choice de TripAdvisor. En concreto, ocupó el puesto 11. No está mal para un recién llegado a la hotelería ‘boutique’. Y lo que le queda…Una de las curiosidades que avalan este planteamiento inicial es que el hotel es propiedad del Grupo Majó Grau, una empresa familiar de prolongada y exitosa trayectoria en el sector textil catalán. Más factor humano, por lo tanto. Un dueño como Ignasi Majó decide pegar un volantazo y parir el hotel que a él le hubiera gustado visitar en cualquiera de sus viajes. Cristina Majó, su hija, se encarga como directora de que este sueño tenga sentido. El resultado es un cinco estrellas Gran Lujo cuyos principios de la hospitalidad se diversifican en forma de cultura y gastronomía.

 

 

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