Para una buena gestión en la cocina es fundamental contar con alimentos que faciliten la labor diaria, que ahorren tiempo, procesos y costes, además de realzar el sabor a los platos. Y uno de los ingredientes que mayor presencia tiene tanto en los hogares como en las cocinas profesionales son las salsas. Según datos facilitados por la consultora Nielsen, en un informe sobre las tendencias del mercado de las salsas, con cierre a 1 de enero de 2017, la venta total de salsas en España en 2016, tanto en supermercados como en hipermercados, fue de 640,68 millones de euros, lo que representó un aumento del 3,7% con respecto al año 2015. Entre todas las categorías, la de tomate frito es la que lidera el ‘ranking’ en ventas, con unas cifras de 231,10 millones de euros (+3,4%). Le sigue la mayonesa con unas ventas totales de 150,88 millones de euros (-0,4%); las salsas para cocinar, con cifras en ventas de 70,12 millones de euros (+3,5%); el ‘ketchup’, con 54,41 millones de euros (-2,1%); la mostaza, con 14,14 millones de euros (+2,3%) y, a gran distancia, las salsas deshidratadas, que con unas ventas de 5,48 millones de euros representan la mayor evolución con respecto al año 2015 (+5,5%). El resto de salsas suponen de forma conjunta unas ventas de 114,53 millones de euros y un crecimiento de 14,1%.
LOS PRODUCTOS MÁS DEMANDADOS
Esta ayuda culinaria debe responder a las necesidades reales de los cocineros y que a la vez, tal y como señalan en Aliminter, “añadan valor que los diferencie. Se trata de consumidores muy exigentes con la calidad y sensibles al precio. A los que les gusta el cambio y ser sorprendidos. La clave en un mercado maduro es centrarse en los productos que entran como algo innovador, que favorezca y active la preparación de los platos ofreciendo experiencias sensoriales diferentes”.

 

 

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