Es uno de los platos más recurrentes en invierno. Las sopas, cremas y caldos, tanto en versión deshidratada como líquida, resuelven fácilmente un primer plato o una cena en casa y, de igual forma, son un aliado en cocinas profesionales. Tal y como apunta Culinarios, la Asociación Española de Productos Culinarios, según la normativa Real Decreto 2452/1998, de 17 de noviembre, las diferencias entre estos productos radican en sus ingredientes y el proceso de constitución. “Los caldos son productos líquidos claros y poco espesos, obtenidos cociendo con agua una serie de ingredientes o reconstituyendo una mezcla equivalente de ingredientes deshidratados. Las sopas son productos más o menos líquidos o pastosos obtenidos de la misma forma y constituidos por los mismos ingredientes que los caldos, pero pudiendo llevar incorporado, además, pastas alimenticias, harinas, sémolas, otros productos amiláceos y cantidades variables de otros productos alimenticios de origen animal y, en su caso, vegetal. Las cremas son productos de textura fina y viscosa obtenidos de la misma forma y constituidos por los mismos ingredientes que los caldos, consomés y sopas. Dicen los especialistas que son los mismos caldos o sopas, pero licuados o triturados, teniendo así el mismo efecto nutricional”.

DATOS DE MERCADO
Tal y como explica Carlos Díaz, ‘client executive’ de Nielsen, “en la categoría sopas, el segmento de sopas deshidratadas es el más importante y crece más en valor que en volumen, destaca la buena adopción que han tenido en el último año variedades étnicas de mayor valor añadido para la categoría”. Sin embargo, en la categoría de cremas, “la caída de volumen viene impactada por la caída de demanda del segmento deshidratado. En cambio si analizamos por segmentos, las cremas líquidas siguen creciendo este año tanto en volumen (+12%) como en valor (+13%) a doble dígito.

 

 

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