Hablamos con el director de Lavinia, Juan Manuel Bellver, sobre cómo reivindicar el origen y las zonas de Cognac para llegar a la verdad de las cosas. El lujo no está en el artificio, sigue estando en la artesanía

Más que una entrevista, esta es una conversación informal sobre temas de interés alrededor del coñac. Al otro lado, Juan Manuel Bellver, que más que un experto en esta bebida compleja se considera ‘amateur’. Aunque aficionado de los buenos. “Puedo ser experto en champán, oportos, jereces…”, confiesa. “Hasta en whisky. Pero no en coñac”.

Ahora, representa al sector del comercio como director de Lavinia España, pero Juan Manuel se ha dedicado toda su vida al periodismo: “La música me llevó al periodismo, primero musical y cultural y acabé siendo corresponsal político”. Pero ya le había picado el gusanillo y empezó a escribir sobre gastronomía y vinos en Diario 16 y en El Mundo. “Y hasta ahora, que no he dejado de escribir”. En 2001 gana el Premio Nacional de Gastronomía, siendo el más joven en recibirlo en la categoría de Periodismo.

Criado en la cultura francesa –por sus venas corre un octavo de sangre de allí–, corresponsal en París durante cinco años y ahora director de una empresa que, aunque fundada en Madrid, pertenece a una familia francesa, Juan Manuel Bellver reconoce conocer la leyenda del coñac. “Pero curiosamente no soy un gran bebedor”. Eso sí, aprendió a apreciar el factor origen que también marca los ‘whiskys’ y algunos vodkas. Aunque es más de tequila, mezcal, calvados o grapa, “siempre tengo un buen coñac en casa. Es algo que respeto mucho porque es un ‘eau de vie’, un aguardiente con mucha tradición y que cuando está bien hecho está muy bueno”. 

Aun así, una charla ha quedado pendiente: por qué tanta ‘Ugni Blanc’ y por qué se ha privilegiado clones más productivistas pero con menos personalidad. Una uva de la que se pensó que no maduraba, que era basta y que por eso no se probó para grandes vinos. Como con nuestra Airén o la Palomino.   

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