El coctelero Juan Luis ‘Junior’ Baez lleva su barra a cuestas, más bien sobre cuatro ruedas, para crear eventos únicos en cualquier espacio. Su ‘cocktailtruck’ apuesta por mezclas sanas y sorprendentes

Junior puede presumir de haber mamado el mundo de la hostelería incluso en sueños. “Estuve muchos años durmiendo, literalmente, encima del congelador de la cocina, esperando a que mi padre cerrara el bar de madrugada”, aclara. Un local humilde donde prendió su espíritu hostelero que va más allá de la coctelería: no sólo apuesta por hacer mezclas sino también por crear nuevos conceptos de negocios más globales.

De ahí nació hace 11 años Junior Cóctel (www.juniorcoctel.com) y de ahí viene su última locura: una caravana coctelería. “Tenía una época de muchos eventos y a muchos no podía acudir, unos por logística y a otros por tiempo, y ahí se me ocurrió”, adelanta. 

Su idea de tomarse un cóctel se acerca más a la creación de una experiencia, de una historia, que a ingredientes y coctelera. Por eso, cuando hace dos años Ismael, el dueño de FMC Torcua, le propuso ponerle ruedas a su barra no se lo pensó: era una forma de hacer algo nuevo, algo distinto, desde el inicio hasta el final.

“Tardamos más tiempo de lo normal porque yo sabía muy bien lo que quería que era diseñar una coctelería con ruedas, nada de ‘trucks’, y tenía claro que lo que quería tenía que ser simplemente único, que se respirara que estabas en la barra de Junior… Y lo conseguimos”.

Los primeros kilómetros de esta nueva barra fueron por Madrid, aunque pronto le salieron propuestas para ir alejándose: “Tengo que controlar primero desplazamientos pequeños y después atreverme con los largos. Empecé solo en Madrid centro, pero poco tiempo después ya estábamos en Valladolid, Valencia y algún punto de la costa andaluza. Y en mente hay un proyecto maravilloso en Francia de la mano de Gautier Lekens”, adelanta.

Ir con su ‘cocktailtruck’, como le gusta llamarla, no siempre es fácil: “Las leyes no ayudan mucho, ciertos ayuntamientos tampoco, y en sitios de alto volumen, los empresarios locales hacen presión para que no entre, pero yo llevo una mentalidad diferente y me encantan las barreras porque las tiro abajo”.

El principal problema es que en España la venta de alcohol ambulante no está del todo regulada. “Cada ayuntamiento tiene sus reglas pero por suerte el 80% de mis eventos son privados”. Eso sí, siempre hay ventajas en todo y en este negocio es la diversidad de clientes con los que Junior siempre trata de dejar sobre la barra una línea creativa, divertida, sostenible y, lógicamente, reproducible.

“Cada cita es nueva. Soy muy camaleónico y nos encontramos con eventos muy locos y eventos más serios, pero siempre aportamos valores añadidos para que sean únicos. Siempre parto de cero y la coctelería, la vestimenta, los vasos… todo se personaliza con la temática del evento que nos piden. No me pongo límites”, advierte.

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