Han sido muchos los materiales que han dado forma a este objeto tan imprescindible hoy en día. Primero fue el barro, después el metal, mucho más tarde el cristal y la porcelana y, ahora, un amplio abanico se despliega en forma de nuevos elementos, formas y colores, creando una oferta inabarcable de vajillas. Cada vez más, los profesionales y también los clientes se fijan en el cuidado de los detalles, haciendo que se cumpla la frase popular que dice “las cosas entran por los ojos”, un dicho que se adapta a la perfección si pensamos a la hora de presentar un plato en un determinado recipiente, un vino o un postre. El sabor es lo más importante, pero va acompañado de otros factores que hacen un todo.
A lo largo de estos últimos años, hemos asistido a una evolución en la exigencia de los profesionales respecto a estos productos; los tiempos de ajustes económicos hacen que se reavive la tendencia, por lo general, a la simplificación, pero sin perder la calidad y la resistencia. Así lo confirman desde Arc Internacional “en los últimos años, hemos visto una evolución hacia la sencillez, que en años anteriores había empezado a sofisticarse, pero a partir de 2008, el restaurante empieza a ahorrar en costes y en estos términos también entra la vajilla. La demanda ha consistido en un producto sencillo, de precio razonable y funcionalidad. A partir de ahora, con el auge de la gastronomía, toda esa tendencia ‘gastro’ que está imperando y los programas de televisión sobre cocina, está cambiando otra vez a que todo se cuide más y se vuelva a pensar en formas”. Palabras que coinciden bastante con las declaraciones que expresan desde Guerrero Claude “al contrario que hace unos años, pocas veces en la actualidad se cambia toda la vajilla de golpe. Más bien se incorporan poco a poco piezas sueltas. De estas piezas, cada una es elegida por el chef o ‘maître’ para el servicio, y la puesta en escena de unos platos concretos. La tendencia es que cada comensal tenga delante una presentación totalmente distinta en función de plato que ha elegido de la carta. Esta diversidad en la mesa y la presentación con personalidad propia para cada plato son aspectos muy valorados por los clientes, de esta forma sienten una atención más personalizada, un cuidado más allá de la forma de cocinar. Los chefs han entendido este aspecto y cada vez los cuidan más”.

 

 

Leer el artículo completo en la revista