Su relación con la coctelería podría calificarse casi como un flechazo. No sabía nada de ese amor, pero cuando David Pérez veía agitarse la coctelera mientras el barman creaba tragos para el disfrute del cliente, era consciente de que él quería ser eso.   “Siempre he estado en contacto con la coctelería, desde el año 2005 cuando empecé a trabajar en el hotel Ritz. Aunque en aquella época, con tan sólo 20 años, los ‘Dry Martini’ muy secos perfumados con piel de limón, los ‘Manhattan’ con Canadian Club y los ‘Bullshot’ me sonaban a chino”, bromea.
Pero David Pérez tenía todo para triunfar: ganas, ilusión, amor por las mezclas y sobre todo a su hermano Miguel Pérez, un coctelero muy reconocido como el mejor ejemplo en casa de lo que tenía que hacer para llegar a ser el jefe del bar.
“En el hotel ya hacía mis pinitos pero fue en Museo Chicote cuando mi hermano Miguel Pérez y Francesco Cavaggioni cogieron las riendas del mítico local donde realmente aprendí la mecánica de un bar y a elaborar muchísimos tragos e ingredientes ‘home-made’”.
Y Chicote nunca puede ser una mala escuela cuando de cócteles se habla. “Yo iba en mi tiempo libre a trabajar a cambio de aprendizaje”, explica David Pérez.
Otra de sus escuelas fue también la Coctelería Belmondo con Miguel Ángel Jiménez: “Allí pasaba horas delante de la barra hablando de todo y aprendiendo un montón de cosas desde el otro lado, porque desde esa posición, desde la del cliente, también se aprende mucho”, reconoce.
En ese tiempo, David Pérez recuerda cuál fue su primer intento de cóctel. “Bueno, más bien, mi primer ‘casi cóctel’. No llegué a terminarlo. Llevaba unos meses trabajando en el hotel y vi como un señor se acercaba a la barra del bar del ‘lobby’ sin que estuviera el barman. Yo me acerqué a atenderlo y me pidió un ‘Dry Martini’.

 

 

Leer el artículo completo en la revista