El consumo de tequila en España está lejos de los primeros puestos pero un crecimiento positivo y actores de cambio como importadores y profesionales de la hostelería confirman que las posibilidades para seguir ganando calidad, diversidad y cultura son enormes. Wilmer Yajamin es nuestro interlocutor para trasladarnos la riqueza del agave mexicano y sus tendencias de consumo en el mercado
Si hay una bebida destilada cuya imagen ha experimentado un giro entre los consumidores españoles es el tequila. Las bebidas de agave, podríamos ampliar. El mezcal como universo común, si hacemos hincapié en la historia que nos hace remontarnos a tiempos prehispánicos. O no tanto, simplemente a antes de instaurarse la denominación de origen tequila en 1974. Queda mucho por cambiar, también queda claro. El socorrido chupito de saldo debe ser superado para siempre para no servir de perversa puerta de entrada de un consumo que no aporta lo que merece la categoría. Es precisamente del mezcal, un nicho testimonial, y de su discurso ‘craft’ y romántico, del que se está valiendo la industria tequilera para ampliar las posibilidades de este gigante con el 100 % agave como representante de la pureza.
Esta labor de reivindicar la diversidad y la calidad de los productos del agave en España la está haciendo también el grupo Entre Compas, fundado en 2012, con Wilmer Yajamin al frente. Él mismo, un ecuatoriano de 44 años con experiencia en las telecomunicaciones, que aprovechó nuestro país para enamorarse de la cultura mexicana, nos facilita los últimos datos de consumo y exportaciones. En la charla se compara al tequila con las otras grandes categorías, se habla del empuje del ‘silver’ o blanco respecto a la tradición española de degustar reposados (de 2 meses a 1 año) y añejos (de 1 a 3 años), de tequilas libres de aditivos (un 6 % del volumen total de producción), de la “jugada maestra” que supuso introducir el filtrado en el proceso del añejado, de marketing pero también de campo. De pequeños nombres que muestran el camino, como Cascahuin o Caballito Cerrero. Y, por supuesto, de bares (cada vez más bares internacionales de temática mexicana) y de cócteles (el ‘boom’ de la Paloma).