Casa Palacete 1822 es un hotel con gran encanto en Granada, que dispensa un trato muy especial a los clientes haciéndoles vivir una agradable experiencia. La exquisita decoración de todo el establecimiento y la atención por el más mínimo detalle le convierten en una referencia donde hospedarse
Desde hace tres años, la espléndida ciudad nazarí cuenta con un motivo más para ser visitada: el hotel Casa Palacete 1822. Un establecimiento que embruja el ánimo de todos aquellos que traspasan el umbral de sus puertas. Su belleza exterior e interior y el caluroso acogimiento que dispensa el equipo del hotel envuelven de tal manera a los huéspedes que los hacen retornar una y otra vez, como me indica Patricia Pérez-Higueras Padilla, su propietaria y “alma del hotel aunque sin serlo”, como ella se presenta durante nuestra agradable conversación. Desde los años 90 del pasado siglo, el emblemático edificio, ubicado en pleno centro de Granada, está en sus manos, y tras unos quince años de restauración, abrió sus puertas al público el Domingo de Ramos de 2015.
El hotel rebosa historia por todos sus poros, conserva la esencia del palacete que es desde su construcción hace 196 años, mostrando su patio, sus chimeneas, techos, suelos, paredes o sus emblemáticas columnas y, además, irradia emoción por los cuatro costados. Una emoción que viene dada por la pasión e ilusión de su ‘alma mater’, “quería tener una casa muy bonita y ofrecérsela a la gente. Mi filosofía siempre ha sido el bien hacia los demás y yo pongo mi casa con cosas especiales para que las personas las disfruten. La gente deja sus casas al viajar y el hecho de encontrarse con una sonrisa y un trato agradable, creo que es algo que todo el mundo agradece. Cuando llega un huésped lo primero que hago es darle las gracias por haber venido a mi casa, para mí todos los huéspedes son especiales”, comenta Patricia Pérez-Higueras.
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