Estamos acostumbrados a escuchar que la fe mueve montañas. Sí, cierto es. Pero, asimismo, cabe decir que la pasión, también. Una gran fuerza que concede el impulso suficiente para llevar adelante los proyectos forjados. Este es el caso de Javier Martín Iglesias que, durante el transcurso de nuestra charla, me revela que le encanta la cocina, de la que ha hecho su profesión desde muy joven. Y la de su esposa, Esther Rodríguez, que colgó su hábito de ingeniero de obras públicas para dedicarse junto a Javier a su gran pasión: la gastronomía. “En el año 2005, mi mujer y yo iniciamos un camino juntos en este campo con un restaurante que llevaba mi nombre, aunque anteriormente habíamos tenido otro a medias con otra persona. Se encontraba en el número 32 de la calle Juan Solano Pedrero de Cáceres, pero el 17 de junio de 2103 abrimos otro establecimiento en el número 15 de la misma calle, que conserva el nombre pero que se presenta con una cara más actual y más moderna, ya que queríamos dar un mayor confort a la clientela”, afirma Javier Martín. Javier es extremeño, nació en un pueblo de la Hurdes, y aunque se considera autodidacta, su formación culinaria transcurrió entre Madrid y Salamanca. Influencias de una etapa vivida que también se dejan saborear en los platos que se preparan en el restaurante, del que Javier lleva las riendas de los fogones.
Esther, por su parte, extremeña al igual que su esposo, cogió la batuta de la sala, y como dice Javier: “es la pieza clave del restaurante. Empezó ocupándose de la recepción de los clientes y ahora dirige la sala porque tiene una gran capacidad para manejar al público”.

 

 

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