La pluralidad amplía horizontes. De aquí, de allá y de todos los sitios un poco, para reunir en un todo lo mejor de cada parte. Esta es la piedra angular del enriquecimiento cultural. Así lo ha entendido la familia uruguaya López Alegre que, con ascendencia francesa, italiana y española, ha sabido conjugar la excelsa gastronomía de esos países, marcados en su ADN.Con una dilatada tradición hostelera en su país natal, Uruguay, decidieron emprender vuelo a nuestro país hace años, llevando en su equipaje una extensa experiencia, y residiendo en la Ciudad Condal desde hace ya casi 30 años. “Estamos en Barcelona desde 1987, y después de haber tenido varios locales, el 7 de septiembre de 1996 abrimos el restaurante El Boliche del Gordo Cabrera. Se trata de un negocio familiar y, desde hace un año, lo llevamos la segunda generación, mi hermana Noelia y yo hemos cogido las riendas”, comenta Daniela López, durante nuestra agradable charla.
El establecimiento, situado en el poblado barrio barcelonés de L’Eixample, conserva reminiscencias históricas de un destino anterior. “El edificio era un antiguo almacén textil, del que hemos conservado la estructura e incluso una máquina prensadora de ropa. Hemos querido mantener detalles de lo que fue la época textil en esa zona de la ciudad, dando un sentido de cariño y respecto a su actividad anterior. De esta forma, conectamos el pasado y el futuro”, puntualiza Daniela.
Así, con una historia que contar, las paredes del local, ataviadas con ladrillo visto y piedra, y sustentadas por columnas de hierro y tubos de aluminio, muy al estilo neoyorkino también, recrean un ambiente confortable, luciendo orgullosas el néctar de los dioses y algo más. “El local es muy acogedor, muy cálido. Todo en él se ha hecho con mucho mimo y cariño. Su decoración interior está basada en un estilo rústico, clásico, y está lleno de botellas, ya que tenemos una gran bodega y una gran zona dedicada a los destilados”, afirma Daniela López.

 

 

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