Las ventas de la categoría de licores en general crecen en el mercado español. Pero, el segmento de los licores de hierbas muestran una caída generada principalmente por el canal de Alimentación, manteniéndose algo más estable en Hostelería

Hablar de licores es hablar de reunión, conversación, momentos de relax, de celebración… Sólos, con hielo, combinados o en coctelera son perfectos anfitriones. Celebración que, además, se traduce en términos cuantitativos dentro del mercado español de bebidas espirituosas ya que, como determina Daniel Herrera Pulido, ‘consultant client executive’ de Nielsen: “El mercado de licores crece sumando los canales de Alimentación y de Hostelería un 1,2% en volumen y un 2% en valor (TAM marzo 2019). Es el consumo en el hogar el que empuja al alza la categoría, con un incremento de casi el 5% en volumen, mientras que en Hostelería está más plano (+0,8%)”.

De hecho, los licores son la categoría que presenta un mayor volumen de ventas en 2018 dentro del mercado total de bebidas espirituosas en España con un 21%, precedida solo por el ‘whisky’ con un 24,1%, tal y como refleja la Federación Española de Bebidas Espirituosas (FEBE) en su Informe Socioeconómico del pasado ejercicio. 

Siguiendo en esa línea de desarrollo, y en función de los diversos tipos de licores, Daniel Herrera Pulido, de Nielsen, señala que: “Por segmentos, el principal baluarte de crecimiento de la categoría es el licor de crema, con un incremento en las ventas superior al 7% en Alimentación y al 6% en Hostelería.

Los licores de frutas presentan cara y cruz, con un +5,2% en sus ventas en súper e híper, pero fuera del hogar ceden más de un 8%.

Por su parte, los licores de hierbas, caen un 1% principalmente por el canal de Alimentación (-1,6%), pues en Hostelería cae la mitad y se mantiene un poco más estable (-0,8%)”.

Los licores en general se obtienen partiendo de diferentes materias primas como hierbas, plantas, frutas, cítricos o lácteos e introduciéndolos en alcohol, en un destilado o en otra bebida espirituosa para aromatizarlos, lo que da como resultado un licor que tendrá un grado alcohólico de 15% vol. como mínimo, al que únicamente se le pueden añadir sustancias y aromatizantes naturales o idénticos a los de los alimentos utilizados, como detalla la FEBE.

De tradición se viste la categoría de licores ya que, como indica dicha federación, su historia se puede asociar a la del nacimiento de los aguardientes en el siglo XIII y, en particular, a la necesidad de dotarlos, mediante el añadido de azúcares, de un sabor más dulce, haciendo más fácil el trago y, por tanto, apto para una mayor variedad de consumidores, sobre todo cuando el objetivo era agradar o hacer más atractivo el uso medicinal que tenían muchos espirituosos de la época.

El colorido, la variedad y la calidad, que se ha apropiado también de estos productos son características intrínsecas a los mismos. Asimismo, es necesario señalar que esa gran diversidad de licores ha potenciado la aparición de diferentes Indicaciones Geográficas para estos productos. Al respecto, la Federación de Bebidas Espirituosas  indica en su Informe socioeconómico que “España se sitúa al frente de las indicaciones geográficas en Europa, siendo el tercer Estado Miembro con mayor número de Indicaciones Geográficas Protegidas, sólo por detrás de Alemania y Francia, según datos del ICEX relativos al Análisis del Comercio Exterior Español 2017. Producto CNAE 1101”. Tanto es así que en nuestro país “existen 19 Indicaciones Geográficas Protegidas”, como concreta la FEBE, que a su vez menciona que esas Indicaciones Geográficas presentan “una gran importancia a nivel social y económico para España y su agricultura, según datos extraídos de Eurostat. “EU trade since 1988 by SITC””.

 

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