Eran neófitos en el mundo de la hostelería. Pero sus primeros pasos en el sector los dieron con el impulso de la ilusión, del entusiasmo de hacer realidad aquello que deseaban. Por eso, el mimo, el esmero y el cariño no escasearon en su primer proyecto hostelero y único hasta la fecha. Una iniciativa familiar que abrió sus puertas en el mes de abril de 1999, con un aire diferente de moderna cafetería, y que, a día de hoy, conserva esa frescura de los primeros momentos, contando con una clientela fiel incluso de por aquel entonces.
Decidieron hacer sus pinitos, pero sus redes de seguridad eran sólidas. “Desde el principio tuvimos claro que queríamos diferenciarnos por la calidad de los productos y por ofrecer un trato muy cercano y familiar a los clientes, es decir, tratar como nos gustaría a nosotros que nos tratasen. Y creo que esto ha sido siempre el éxito de nuestro local, que desde el inicio fue una referencia en donde estamos, en la ciudad de Pontevedra”, comenta con satisfacción Miro Fernández, un miembro de la familia fundadora que se halla al frente del negocio.
El establecimiento posee unos firmes anclajes, que ya denota el propio nombre elegido. Su nombre es Santyago, denominación homónima del edificio en el que se encuentra enclavado; además, el local se halla en la zona de la Parroquia de Santiago y por detrás de él pasa una parte del Camino de Santiago, como menciona Miro Fernández, que a su vez comenta: “Todas estas referencias me gustaron y pusimos al local el nombre de Santiago en gallego. De hecho, el logotipo del local es una cara virtual del rostro del apóstol”.
Así es la cafetería Santyago, un local que abre todos los días de la semana, desde las siete de la mañana hasta la media noche o la una de la madrugada, y que abarca todas las franjas horarias con sus diferentes y variadas propuestas gastronómicas.

 

 

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