Bar Business entra en la gran inauguración del año justo antes de abrir sus puertas. Así es el primer Four Seasons de España, llamado a liderar el futuro del lujo en Madrid y a convertirse en un símbolo de la recuperación del sector turístico 

Objetivo cumplido. Por fin el Four Seasons Madrid es una realidad. La gran esperanza hotelera del año pasó a ser la del siglo en cuanto se supo la fecha definitiva de apertura. Y es que su inauguración, prevista para el 15 de mayo, día de San Isidro como guiño a la ciudad, tuvo que posponerse por la pandemia. El 25 de septiembre fue la nueva línea roja que no podía ser rota por nada del mundo. Y Four Seasons cumplió. Sin una gran fiesta ni fastos grandilocuentes pero al fin tuvimos una noticia que celebrar.  

Con todo lo que se había hecho de rogar. Nada menos que siete años repletos de incidencias, vicisitudes de todo tipo y arduos trabajos de adecuación de los siete edificios de la manzana 265 con los que contaba el Complejo Canalejas. Más de 600 millones de euros después, el árbol de la cadena canadiense ya luce en el chaflán donde antes se instalaban las esculturas del Palacio de La Equitativa. Justo en la proa de un trasatlántico cuyos 8.000 metros cuadrados de casco restaurado acaban de ser desprecintados para zarpar con un rumbo marcado: liderar el optimismo de un lujo que le fue arrebatado a Madrid, adelantándose a la llegada del Mandarin Oriental Ritz y a la del Rosewood Villa Magna.

Se juntan muchas cosas: el valor patrimonial y simbólico del conjunto arquitectónico ubicado entre la Carrera de San Jerónimo, la plaza de Canalejas y las calles de Sevilla y Alcalá, el aterrizaje de una cadena de prestigio –que tardó en encontrar su lugar en España–, la reformulación del citado lujo en el centro de Madrid, la incertidumbre derivada de la pandemia… Parece al menos que el desafío está en buenas manos, debido a la solvencia de Four Seasons -con clientela fiel-, compañía que ha sabido crecer desde su modesto nacimiento en 1961, con aquel primer hotel en Toronto impulsado por un joven Isadore Sharp. Los que estarán al pie del cañón en el desembarco madrileño respiran esa misma juventud: Adrian Messerli, el director que se incorporó tras el cambio de planes, y la subdirectora Mónica Eisen, ambos ya con un impresionante currículo internacional. De esta vitalidad se contagia un equipo de 254 miembros de un sinfín de nacionalidades, enfundados impecablemente en uniformes de Lorenzo Caprile y aplicados en el programa de seguridad y salud Lead With Care.

Hay que recordar que el hotel no llega solo. El Four Seasons Madrid es el corazón de un proyecto que se completa con 22 residencias privadas, una galería comercial que busca emular las de Milán o París –Galería Canalejas, a tres niveles, que abrirá por Hermès hasta que el resto lo haga en 2021–, un estacionamiento subterráneo y un restaurante del chef Dani García. El pistoletazo de salida del hotel abre, aunque por ahora sea más para los madrileños, únicamente una planta con 57 habitaciones de un total de 200, con precios que parten de los 750 euros y que alcanzan los 20.000 euros la noche en el caso de la Suite Real. Dormir en el que fuera despacho del expresidente de Banesto, Mario Conde, supone un morbo al alcance de poquísimos mortales. 

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