De cara al Mediterráneo, la inspiración llega por sí sola. Además, claro está, de por los conocimientos, destreza y buen hacer de la pareja formada por Patrizia Breggion y por Alessandro Lambusta, que dejando atrás el clima lluvioso y húmedo londinense, vinieron a nuestro país en busca de sol. Ambos, italianos de origen, han encontrando en la localidad almeriense de Mojácar un lugar donde echar raíces y una profesión que contempla el lado más dulce de la restauración, el mundo heladero. “Creíamos que dedicarnos a la heladería, después de tantos años trabajando en restaurantes y hoteles, nos abriría un reto nuevo en el que seguiríamos dedicando nuestra atención al cliente”, comenta Alessandro Lambusta, copropietario de la Heladería Alberto junto con Patrizia, durante el transcurso de nuestra conversación. Quince son las temporadas que la heladería abre con Patrizia y Alessandro al frente. “El negocio ya existía con anterioridad, estaba regentado por una familia italiana desde el año 1989, llevando por nombre el de un miembro de la familia. Denominación que mantuvimos desde que en 1999 adquirimos la actividad”, explica Alessandro.
Desde entonces se sumergieron de lleno en ese sector de fantasía que tanto reconforta el espíritu además del paladar. “Durante un mes estuvimos con los propietarios precedentes para conocer su forma de realizar helados, formándose asimismo Patrizia en la escuela italiana Fabbri en la ciudad de Bolonia. Desde el primer momento nuestro objetivo ha sido ir mejorando el producto cada día y producir nuevos sabores”, afirma Lambusta.
La innovación se ha apoderado de las creaciones que realiza Patrizia en el propio local, con materias primas de primera calidad, encargándose Alessandro de mostrar a la clientela la ‘magia’ de esas creaciones a través de sus presentaciones.
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