La bodega más antigua de Canarias y una de las diez más longevas de España elaborará todos los vinos de este atípico año 2020 con levaduras indígenas extraídas de su propio viñedo

La distinguida bodega canaria, El Grifo, ubicada en el municipio de San Bartolomé en la mágica isla de Lanzarote, materializa un sueño en este 2020: elaborar todos los vinos de este año con levaduras indígenas extraídas de su propio viñedo.  

El Grifo concentra el ‘savoir faire’ de tres familias: Los Ribera, los De Castro y la familia descendiente de Manuel García Durán, que actualmente lleva el timón de esta bodega, la más antigua de Canarias y una de las diez más longevas de España.

Con 245 años de historia, elabora sus vinos desde 1775 y hace un par de años, en 2018, comenzó la producción con levaduras extraídas de sus viñedos. Un camino que ha llevado a la bodega a cumplir su objetivo, gracias al ímprobo esfuerzo y trabajo de todo su equipo liderado por el enólogo Jorge Rodríguez Alonso, más aún si tenemos en cuenta la idiosincrasia del viñedo, considerado como “viñedo de lo imposible”, por la dificultad del cultivo de las viñas y la producción del vino que suponen todo un reto por la lucha contra grandes agentes externos como los vientos alisios y la escasez de lluvia. 

Un gran mérito que se traduce en un doble reconocimiento teniendo en cuenta las particulares condiciones en que se ha desarrollado la vendimia este año debido a la pandemia, que ha exigido nuevas y estrictas medidas de seguridad. 

Las levaduras autóctonas juegan un gran papel en los vinos tan singulares de la bodega. El vino es el resultado de una serie de fases biológicas y bioquímicas entre el mosto (zumo resultante de la uva) y los microorganismos (levaduras). Todos los vinos nacen en la viña, continúan con la elaboración, fermentación, crianza, de aquellos que lo requieren, y, por último, adviene la degustación por parte del consumidor. En cada una de estas fases, influyen las técnicas vinícolas que realizan los viticultores y, sobre todo, los enólogos. 

Las levaduras juegan un papel imprescindible durante la fermentación alcohólica (transformación de los azúcares de la uva en alcohol y CO2). Los aromas y sabores que tiene el vino resultan esencialmente de la variedad de uva, aunque las levaduras aportan ciertas características organolépticas del ‘terroir’, así como sus poblaciones que afectan directamente al producto final. 

En definitiva, un vino de calidad es un complejo resultado de buenas prácticas agrícolas, condiciones climáticas óptimas y, sobre todo, de la utilización de levaduras que aporten una mayor expresión. 

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