Se seleccionan las uvas más dulces y con piel muy fina, y se ponen al sol los días en los que el verano deja paso al devenir de las hojas de los árboles. El astro rey las seca, lo que les confiere una potencia y un sabor muy especiales. Con una delicadeza extrema, estas uvas se prensan, dando como resultado un mosto escaso pero muy rico en sabor. El tiempo será el elemento que hará de este elixir, un verdadero placer para los sentidos. Así se crea un vino dulce. El secreto: tradición y paciencia. Los vinos dulces resultan un placer para el paladar de los consumidores. Este vino, tan apreciado y querido por los españoles, que forma parte de nuestra cultura e idiosincrasia, sobrevive al tiempo incorruptible y lleno de elegancia. La tónica es crear vinos dulces que conserven y hagan perdurar la tradición y la esencia del ‘terroir’ de donde proceden, aunque al buen hacer de las regiones del sur se suman otros lugares de España, donde se elaboran y con muy bien criterio, dulces que animan la sobremesa, los postres o incluso los platos más ‘gourmet’.

NO DEJAN DE LADO LA INNOVACIÓN
Hay bodegas en las que los vinos dulces tienen gran importancia y tradición, como es el caso del Grupo Pérez Barquero, que afirma elaborar vinos dulces desde su fundación: “Pérez Barquero fue fundada en 1905 y todavía mantiene algunas soleras de aquella época, las soleras Fundacionales, de las cuales muy pequeñas cantidades de vinos extremadamente viejos y concentrados se sacan y embotellan de vez en cuando”. González Byass también tiene gran experiencia en esto de elaborar dulces: “la elaboración de vinos dulces en González Byass data casi desde los orígenes de la bodega. Es una categoría en auge, dado el alto nivel de calidad de estos vinos”. También, la Compañía de Vinos Telmo Rodríguez afirma que los vinos dulces para esta empresa “son muy importantes, ya que con este proyecto recuperamos un antiguo vino del S. XVII llamado ‘Mountain Wine’”.

 

 

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