El vino une, todos lo sabemos. Está presente en cualquier celebración que se precie, lo disfrutamos con los amigos o con la familia y es un estupendo estimulador de conversaciones. Es por ello que lo que buscan los consumidores en un vino blanco es que sea fácil de beber, que tenga un carácter informal y que se pueda disfrutar tanto en una comida como en la barra de un bar. De la misma opinión es Pernod Ricard Bodegas, que afirma que “el consumo de vino blanco tiene un claro componente social, se vincula principalmente a cenas en restaurantes y celebraciones especiales. Su consumo es principalmente con amigos y pareja”. Y es que no hay mayor placer que disfrutar en cualquier época del año de un producto fresco y que, además, combine con todo tipo de platos. En estos últimos años se ha visto incrementado su consumo por estos motivos, lo que confirman la totalidad de las empresas a las que hemos contactado. Castelo de Medina es una de ellas, la cual expresa que “el mercado de vinos blancos se incrementa año tras año, ya que el público busca vinos más frescos y jóvenes, más fáciles de beber en una barra o en una terraza, por ejemplo”. De la misma opinión es Vinos Herederos del Marqués de Riscal: “la demanda ha crecido en los últimos años en el canal Horeca con los vinos blancos de Rueda. Los consumidores los piden por su juventud, frescura, elegancia, por que el vino sea refrescante y tenga una sensación de fruta en boca”.
La frescura y la juventud son las propiedades que los consumidores generalmente buscan en los vinos blancos, aunque, según Bodegas Itsasmendi, existen otras tendencias en cuanto a la elaboración de estos vinos que cambian poco a poco la tónica más establecida: “todavía el consumo mayoritario es el de vinos blancos jóvenes, frescos y afrutados, pero en los últimos años se ha incrementado muchísimo la diversificación de elaboraciones”.

 

 

Leer el artículo completo en la revista