La personalización de la estancia se ha convertido en algo más que un simple extra. Los nuevos hoteles ‘boutique’, pequeños o de tamaño medio, procuran que sea una condición sobre la que hacer pivotar la idea misma del alojamiento. Inaugurado en 2015, el jovencísimo The Serras es un hotel que cumple dicha excelencia, un lujo del nuevo milenio que eleva a quien lo ostenta a una categoría superior de hospitalidad. Y a quien lo disfruta, a una estancia singular que permanece en la memoria.En pleno paseo de Colón, esto es, en el frente marítimo de la ciudad de Barcelona, la familia Serra se fijó en un edificio que hasta finales del siglo XX había sido sede de una naviera. Pero este número nueve del ‘passeig’ contaba una historia más allá de los recientes usos. Con fecha de 1846, la fachada lleva el sello de Francesc Daniel Molina, el mismo arquitecto que diseñara la Plaça Reial. Acontecía que, derribada la muralla marítima, Barcelona se abría entonces de manera decidida al mar. Los más pudientes escogieron este flanco para instalar sus residencias neoclásicas, aquí justamente donde hoy se suceden los inmuebles ilustres y lustrosos vecinos al hotel. Si se quiere, el edificio es de un clasicismo romántico pasado por la escuela de La Lotja, circunstancia que a buen seguro también conocía un joven pintor malagueño que en 1896 instaló en él su primer estudio. Pablo Picasso tenía quince años cuando pintó nada más llegar “La primera comunión” y al año siguiente “Ciencia y caridad”, obras costumbristas y primerizas de su etapa de formación más académica. Desde su ventana del sexto piso veía la calle Mercé. Hoy el huésped se asoma a las mismas vistas en este hotel situado en el límite del barrio Gótico, sin enclaustrarse en él al dejarlo a sus espaldas, pero ve cómo se abre al horizonte despejado del mar y al modernizado Port Vell. Animación no falta con el paseo marítimo, la Ronda Litoral y las dársenas deportivas.

 

 

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