Eso de llegar y besar el santo, como reza una expresión popular, no suele funcionar en la vida real. La paciencia es la ciencia que todo lo alcanza. Una gran virtud, que unida a la constancia y a otra serie de valores, como la humildad, son el justo trazado para la consecución del objetivo. En definitiva, actitud y aptitud. Dos grandes vocablos que hacen llegar lejos. Una filosofía residente en la propia idiosincrasia de Luis Inchaurraga, un profesional de la ‘mixología’ que lleva más de dos décadas en ese campo. Una profesión que nunca debe perder de vista la hospitalidad que ofrecer a los clientes, la atención y el buen servicio que hay que dispensarles. “Últimamente se está priorizando la calidad del cóctel, los ingredientes exóticos, las mezclas artesanales, y se está olvidando que lo principal, antes de que el cliente se lleve algo a la boca, es la atención, la bienvenida, el contacto visual, hacer una venta sugerida, la cordialidad, y hacer sentir a gusto al cliente incluso antes de que pida algún cóctel”, comenta Luis Inchaurraga durante nuestra agradable charla.
Bien es cierto que el destino suele llevar por derroteros no marcados inicialmente, pero la propia personalidad, sin duda, es determinante. “Estaba cursando la licenciatura en Turismo en la Universidad del Salvador en Buenos Aires y una de las asignaturas que teníamos era Organización Hotelera, en la que a veces preparábamos cócteles y hacíamos cosas relacionadas con banquetes y protocolo. El profesor que la impartía trabajaba en una escuela de coctelería, hice un curso con ellos y, desde entonces, no he parado”, afirma.
Así encontró su mundo profesional y su pasión. “Al inicio tenía la idea de hacer algo diferente, relacionado con el turismo, y luego me surgió la posibilidad de trabajar en una macro discoteca en el norte de Argentina. Ahí me introduje en el mundo de la noche, la música, las luces, la coctelería… Fue mi primer trabajo profesional y todo eso me parecía casi mágico. Luego comencé a interesarme por la calidad, el servicio y el brindar una experiencia al cliente a través de un cóctel. Allí conocí a Christian Delpech, 20 veces campeón del mundo de ‘Flair’, nos hicimos amigos y decidimos viajar y conocer mundo. Con el dinero que gané trabajando en una barra de cócteles de una bolera dentro de un gran centro comercial en Buenos Aires, en el que me ocupaba de realizar la carta de cócteles, del contacto con los proveedores y del entrenamiento del ‘staff’, empezó nuestra etapa en Europa”, explica Luis.
Todo un recorrido de experiencias en diversos locales que le trajeron a la capital de España. Habiendo también formado parte de Bar Concept, hoy Luis Inchaurraga tiene una empresa de ‘catering’ de coctelería para eventos, Fantastic Bar, y es docente en su propia escuela ‘House of Mixology’, que montó hace unos cuatro años en Madrid. Actividades que compagina con sus dotes como ‘bartender’, ya que también es ‘brand ambassador’ de varias marcas.

 

 

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