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do sobre el antiguo solar del que fuera

el Convento de Santo Domingo el Real,

el más importante de Europa en el siglo

XIII y uno de los primeros intramuros de

la ciudad, y sobre la posterior residencia

de los Duques de Granada de Ega y Vi-

llahermosa, un palacio del siglo XIX ubi-

cado en un entorno eminente muy cerca

del Palacio Real, del Teatro Real y de la

Catedral de la Almudena. En 1851 el ar-

quitecto

Matías Laviña Blasco

edificó

por orden del duque de Granada de Ega

un palacete de hechuras clásicas con nu-

merosos elementos propios de la escuela

italiana, desde el cemento romano para

las fachadas a las molduras de las venta-

nas. De aquella gran casa todavía pode-

mos disfrutar de algunos componentes

originales: parte de la misma fachada,

M

i gue l

Á

nge l

P

a loMo

Fotos © Thierry Delsart

paso de la recepción a los salones co-

munes obliga a dejar atrás la fenomenal

escalera central y a empezar a fijarnos

en algunos detalles: paneles dorados,

paredes blancas y suelos relucientes de

mármol, decoración ecléctica (para em-

pezar, una lámpara Wireflow, de Vibia,

contrasta con la gran lámpara dorada del

claustro, de ilusión histórica), algunos

telones más, una chimenea que aporta

calor a la vez que separa ambientes…

En seguida los chispazos efectistas dan

lugar al acomodo y el placer.

t é s , v inos y cóc t e l e s ,

entre ve lázquez y

la insp i rac ión france sa

Del ‘lobby’, ya sobre tarima de madera e

inundado de luz solar desde la bóveda,

se da acceso a la distinta oferta de bares

y restaurantes del hotel. Sin demasiadas

divisiones estructurales, se suceden los

espacios y rincones para cada ocasión.

La zona del ‘tea corner’ y ‘patisserie’ fran-

cesa, con selección de dulces y tés. El

‘lounge’ y el bar del

Coroa Royal Ga-

llery & Garden

, con una impresionan-

te barra de mármol de Portoro, carta de

tapas y coctelería contemporánea. El

restaurante

Montmartre 1889

, también

dirigido por el chef

Sergio Navas

, sim-

biosis de la gastronomía española y fran-

cesa, rendido en tonos dorados, carmín y

negros a los vinos de ambas nacionalida-

des. Distintas propuestas bajo atmósferas

parecidas y sin excesivas formalidades.

El huésped se mueve con cierta libertad y

escoge su sitio a diferentes horas del día.

En el bar Coroa desayuna con chocolate

con churros, gofres, huevos benedictinos

o jamón ibérico para después disfrutar

de un concepto ‘all day dining’ provis-

la escalera central, imponente en hierro

forjado y madera, así como el claustro de

bóveda acristalada, convertido ahora en

el ‘lobby’ del hotel.

Pero es la pintura el arte que más pro-

tagonismo le ha sido concedido al Gran

Meliá Palacio de los Duques. Fueron los

citados aristócratas propietarios los que

convirtieron su casa en centro de la in-

telectualidad de la época, la abrieron a la

tertulia, a compartir su jardín histórico y su

colección artística. Grandes aficionados a

la obra de Velázquez, los duques llegaron

a donar al

Museo del Prado

el retrato

de

Don Diego del Corral y Arellano

.

Y, como hay pocas cosas más madrileñas

que las velazqueñas, es la figura del pintor

sevillano universal la que funciona como

hilo conductor del interiorismo del hotel,

siendo nueve las reproducciones que ins-

piran cada una de las ‘suites’ y dependen-

cias comunes, aunque de ninguna manera

estemos ante un hotel temático.

En cualquier caso, este miembro del ex-

clusivo grupo

The Leading Hotels of

The World

deja bien claro desde el pri-

mer momento que es un hotel del siglo

XXI. La entrada se materializa en un za-

guán protegido por telones de terciopelo

negro que acentúan el efecto misterio y

dan teatralidad a la bienvenida. La recep-

ción, liberada en un amplio y llamativo

espacio presidido por unas enormes

Meninas

semiocultas, tiene pegada sufi-

ciente como para que el huésped ya no

sepa dónde fijar su mirada. Más allá de

la mesa mostrador, a través de una cris-

talera, se intuye la zona de los servicios

exclusivos

Red Level

, un cúmulo de

pluses preferenciales por si se está dis-

puesto a vivir el lujo dentro del lujo. Sin

entrar todavía en este apartado, dirigir el

B

ar

B

usiness

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