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B

ar

B

usiness

s e c c i ó n

c o c t e l e r í a

La ‘bartender’ Almudena Vázquez ha llegado a meter hasta níscalos en un cóctel.

Siempre detrás de la barra del Areia Colonial Chillout ha aprendido todo lo que

sabe de agitar y probar

U

na “explosión salvaje”

detrás de la barra

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L

a hostelería le corre por sus venas. Su padre ha sido

cocinero y siempre había por su casa utensilios de co-

cina para preparar cualquier cosa. Pero el mueble bar

siempre robaba toda su atención. “Mi primer cóctel se

remonta al instituto. Lo primero que hice sería algo parecido al

Long Island’

, pero sin saberlo todavía. Mi primera creación

propia fue para el concurso el “

Mejor Cocktail de Chueca

” y

con el ‘

Sitté

quedé en segundo puesto”, confiesa

Almudena

Vázquez

la ‘bartender’ responsable del éxito del

Areia Colo-

nial Chillout

, en pleno centro de Madrid.

La relación entre el Areia y Almudena fue un amor a primera

vista y siempre una apuesta mutua. “Un dia iba caminando con

un amiga y pasamos cerca del Areia y me dijo que era precio-

so. Dejé un currículum y me llamaron. Empecé de camarera

pero desde el principio la coctelería me inundó, me encantaba.

Siempre le he visto una similitud con la profesión de cocinero,

como la de mi padre, y era una forma perfecta de canalizar mi

energía y hacerla más productiva”.

Y no se ha movido de detrás de esa barra salvo para participar

en cursos de formación, “todos los años”, y en concursos y

eventos especiales.

Aunque es capaz de hacer cócteles con técnicas moleculares,

también es consciente de que partir de los clásicos es la clave

para poder evolucionar. De hecho, la primera mezcla que la

hizo investigar y persistir hasta hacer un cóctel perfecto fue el

Dry Martini

’: “En la película “Desayuno con diamantes” me

pareció tan apetitoso y tan elegante, que insistí hasta hacerlo

perfecto”.

Almudena Vázquez siempre tuvo el respeto de la familia Areia

pero asegura que la vida de una ‘bartender’ nunca es fácil

si tiene nombre de mujer puesto que las barras han sido,

tradicionalmente, un mundo muy masculino.

“Siempre hay que demostrar más que un hombre, pero en la

profesión y en la vida. Hasta que algún día las personas vea-

mos al resto como iguales, sin importar sexo, raza o religión,

no habrá un avance. Imagino que a todas nos pasa igual, y la

que diga que no, pues enhorabuena, que suerte rodearte de

gente que sea tan inteligente y magnífica”.

Eso sí, esta explosiva reina de la barra insiste en que la

solución no es crear concursos sólo para mujeres o eventos